Es una caminata circular, es decir, que sale de Cueva Grande y que regresa al mismo lugar. La primera parte hasta Los Manantiales es ascendente, con algunos leves descensos; mientras que la vuelta se realiza por el mismo camino, pero en bajada. Este paseo nos ofrece algunas de las infraestructuras hidráulicas más interesantes de la cumbre de la isla de Gran Canaria, como estanques excavados en el almagre, galerías y conducciones de agua (canales, acequias, etc.).
El itinerario se inicia en el barrio de Cueva Grande, concretamente en la curva donde se ubica la antigua escuela unitaria, hoy convertida en Asociación de Vecinos. Dejamos la carretera principal, justo por la pista que sube junto a la escuela, y nos dirigimos hacia la iglesia de San Juan Bautista. Frente a su fachada, comienza un sendero de tierra. Ascendemos por este camino de tierra unos pocos metros hasta llegar a una pista de cemento, paralela al Barranco del Burro, que permanece siempre a nuestra derecha. La pista nos conduce hasta una curva de la carretera general, por encima del km 3 de la GC-600.
Cruzamos la mencionada vía y tomamos la vereda que encontramos enfrente (foto inferior). Este camino era habitualmente utilizado por los habitantes de la zona para bajar con los animales desde la cumbre hacia Cueva Grande y San Mateo. Se observan en esta vía una serie de curvas por las que pasaba el ganado, mientras que la gente aprovechaba los atajos más estrechos y en línea recta. Nunca debemos salirnos del camino general, el de las curvas, dado que es éste el que nos dirige sin pérdida a Los Manantiales.
Al poco de comenzar a ascender por esta vereda se localiza una vivienda . Esta senda nos conduce hacia la Degollada Blanca. A ambos lados del camino observamos retamas y codesos, así como abundante salvia morisca y salvia blanca. Al llegar a la Degollada Blanca, gozamos de unas excelentes vistas de la zona de Cueva Grande y de La Siberia hacia el norte.
Tras pasar por la Degollada Blanca nos en- caminamos en dirección a La Calderetilla. Al volver la vista atrás, obtenemos una buena perspectiva de la zona, si el mar de nubes nos lo permite. Una vez atravesada La Calderetilla, nos dirigimos hacia Los Manantiales y, durante el trayecto, pasamos por debajo de varios bancales o cadenas de cultivo. En esta ocasión, debemos continuar por el sendero de la izquierda, pues el de la derecha nos conduce al Corral de los Juncos, por Montaña de La Arena.
Dentro de la zona de La Calderetilla, encontramos junto al camino una serie de pilones, colocados por los ingleses que, en el siglo XIX, compraron estas tierras con la finalidad de obtener agua para el regadío de los cultivos costeros. ). Abundantes gamonas y morgallanas se hacen presentes junto a los castaños, pinos y eucaliptos que se plantaron hace unos 50 años.
Seguimos por el sendero de tierra y cruzamos varios bancales o cadenas que antaño se destinaron al cultivo de cereales, leguminosas, frutales (manzanas, castañas, nueces, perales, etc.) y papas. Entre los bancales, y ya en la parte superior, a la derecha de nuestra marcha, algo camuflada, encontramos la casa que perteneció a Manolito Quintana, quien fuera vecino y agricultor de la zona.
A partir de ahora, observamos los primeros estanques-cueva que recogían el agua de Los Manantiales. Este preciado líquido se utilizaba tanto para el riego como para abrevar a los animales, no así para el consumo humano. Tras pasar por un enorme castaño, entramos en la zona denominada el Llano Blanco y seguimos por el camino de la izquierda, que desciende ligeramente, -el de la derecha conduce hacia la Hoya del Salao-. Por el camino de la izquierda, llegamos a La Veguerilla, un lugar de pinos canarios de repoblación plantados en su momento por el Ayuntamiento de las Palmas de Gran Canaria. Mirando hacia la cumbre, en dirección sur, observamos el Roque Redondo.
Tomamos, a continuación, una senda estrecha con abundante pinocha, en la que hay que extremar las precauciones para no resbalar. Al llegar al lecho del Barranquillo de Los Manantiales, subimos por su flanco izquierdo. Se observan una tubería negra y un canal de agua tapado. Tras un breve ascenso, llegamos a Los Manantiales, donde encontramos un estanque de cal que, en su parte alta, dispone de un canal para el agua de escorrentía y de varias aberturas en la pared del almagre que facilitan el drenaje del agua. En esta zona se ha de tener especial cuidado con la planta del ortigón macho, cuyo roce con la piel ocasiona una desagradable y duradera picazón.
Se desciende por el mismo camino. Al llegar de nuevo al fondo del barranco, seguimos por la senda que sube hasta El Llanito, donde vemos un alpendre abandonado. Enfrente, hacia la cumbre, observamos el Roque Redondo y, tras él, el Roque Margarita. En esta zona se inicia la senda que conduce hasta Camaretas, una ruta distinta de la que nos ocupa. Tras contemplar el paisaje, regresamos por el mismo sendero por el que hemos subido, hasta llegar al barrio de Cueva Grande, donde finaliza esta ruta.
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